martes, 15 de enero de 2008

Decir adiós sin tener un hola

Me cuesta cerrar puertas, sobretodo si no tengo alguna que prevea que se va a abrir pronto. Decir adiós sin tener preparado un hola es de ser valientes. Y yo lo soy, ¡eso si que lo se! Y como además me he trabajado la falsa modestia, soy capaz de ver y reconocer en un medio público, como este, mis virtudes. Me siento valiente y sincera por una parte y por otra noto el vacío que me dejó la puerta que se cerró. La soledad me persigue, o tal vez, sea al revés yo elijo a la soledad. Las cosas que me pasan son responsabilidad mía. Si digo que la soledad me persigue me convierto en victima. Si, al contrario digo que yo elijo a la soledad me estoy responsabilizando de mi vida. Tal vez la soledad es el paso previo, el paso necesario para encontrar la verdadera compañía. Primero la compañía propia, el amor hacia mi misma para luego encontrar la compañía de aquel que me complementa, que me potencia...que me ama. Seguro que a partir de ahora se abrirán ventanas y puertas llenando mi vida de un aire fresco y energetizador.

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