lunes, 30 de septiembre de 2013

Soy humana, acepto mi sombra ¿qué más puedo hacer?

Ayer domingo, sin previo aviso, y ¡así de repente! me encontré enfrente de una de mis sombras. Sí mi sombra, esa partes oscura que tod@s tenemos y que no queremos, o no podemos, ver pues no nos gusta pues no se adapta a la imagen que tenemos de nosotr@s.
Ayer mi sombra se plantó delante de mi y no estaba dispuesta a dejarme escapar hasta que la reconociera y la aceptase. Quería que viese una parte no resuelta dentro de mi, una parte que me frena en el camino a mi felicidad y que me complica la vida. Tal vez esta sea una de las especialidades de la sombra el llevarnos una y otras vez a situaciones similares para que le tomemos en cuenta.
Mi primera reacción ¡cómo no! fue negar lo que estaba sintiendo ¡yo no soy así!- me dije. ¿Te suena familiar este comentario?. A continuación intenté olvidarme del tema y pensar en otra cosa, pero mi sombra me persiguió, parecía que en esta ocasión no me iba a dejar escapar ¡otra vez!
Empecé a aceptar lo que me estaba ocurriendo y un hondo dolor se apoderó de mi, en ese momento vi claramente a cuantas áreas de mi vida estaba afectando negativamente esa parte oscura ¡No podía creer como inconscientemente me estaba manipulando tanto y cómo era la causante inconscientemente de muchas de las decisiones que tomaba! Sentí más fuertemente el dolor y opté por aceptarlo y, con ello, aceptar mi sombra. La consecuencia inmediata de mi aceptación fue la mitigación de mi dolor y un ligero alivio. Ya no luchaba por no ver lo que se mostraba a mis ojos, por no sentir aquella sensación, por no pensar en mi culpabilidad. Hablé con mi sombra, la acepté y me comprometí a estar consciente de cuando aparecía, ¿qué más podía hacer?
Al fin y al cabo, nuestras sombras nos humaniza, no somos robots, ni somos seres angelicales, somos humanos con todo lo que ello implica.
Ahora me siento diferente, me conozco más y admito no ser tan “maravillosa” como me gustaría ser y, supongo, que para contrarrestar mis sombras lo que necesito es aportarles luz. Una luz procedente de mi autenticidad y de mi mejor yo. Aún así, dicen que las sombras nunca desaparecen, solo las dejamos de ver. Al fin y el cabo, nuestras luces y nuestras sombras son lo que configuran al ser humano.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

¡Mujer empodérate, abandona la tibieza!

El Apocalipsis 3: 16-17 recoge estas palabras de Jesucristo: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojala fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” Cuando las escuché por primera vez, hace ya mucho tiempo, me impresionaron por su dureza y reconozco que estuve mucho tiempo sin entenderlas.

Hoy, no sé muy bien la razón, he vuelto a pensar en ella y me doy cuenta de que este concepto tiene mucho que ver con el de la mujer tradicional pues se nos educaba a ser y expresarnos en el mundo de una forma tibia.
Lo que se esperaba de nosotras era no destacar, no sobresalir, que nos mantuviésemos dentro de los "estándares sociales". Aquellas mujeres valientes que se atrevían a mostrar su autenticidad, su esencia femenina, su forma diferente de ser y hacer, era desterrada de la sociedad de un modo u otro. La forma dependía de la época y de su posición social, o se le repudiaba, se le tachaba de ser "una mala mujer" o se le acusaba de brujería y se las mandaba a la hoguera...
Las mujeres DEBÍAMOS encajar dentro del corsé social femenino que era templado, soso y predecible, no debíamos destacar sobre las demás. Si a esto añadimos que la principal finalidad de nuestra vida era casarnos y traer hijos al mundo, entonces podemos entender que entre nosotras surgiese una gran competencia.
En la historia de la humanidad hay muchos ejemplos de mujeres que dejaron de ser tibias para ser ellas mismas, para expresar el fuego que llevaban dentro de sí e ir a la conquista de su vida soñada. Gracias a estas heroínas que abrieron el camino hoy, las mujeres, hemos tomado conciencia de que ya no tenemos que ser tibias, que es el momento de mostrarnos tal y como somos.
Por todo el mundo se habla de empoderamiento femenino, de la revolución de la mujer. Al fin las mujeres estamos saliendo de nuestro mundo tibio para darnos cuenta de que nos gustan los contrastes y de que la aventura de la vida está fuera de lo preestablecido. Hemos avanzado mucho, sin duda, más no debemos engañarnos, queda mucho camino por recorrer.
Así, ser tibias, intentar gustar a "todo el mundo", hacer lo que se espera de nosotras es el mayor autoengaño en el que podemos caer. Pasemos del frío al calor si esto es lo que nos dicta nuestra esencia, quemémonos y sintamos en nuestra piel los vaivenes de la vida.

Mujer empodérate, abandona la tibieza en tu vida y adéntrate plenamente en una vida llena de contrastes, de frío y de calor, deja que la vida te toque tu piel