martes, 14 de marzo de 2006

A mi hijo Carlos

A veces no sabes muy bien como actuar con los hijos. Esta mañana mi hijo Carlos se ha levantado con dolor de barriga, bueno la verdad es que está así ya unos días. No sabía si mandarlo al colegio o no. Al final decidí que fuese. Y lo he hecho porque creo que tengo que hacerlo un hombre fuerte, no puede venirse abajo por un dolor de barriga. No puede dejar de cumplir sus obligaciones por estar un poquito molesto. Le he puesto el ejemplo de Forest Gump, hemos visto varias veces esta película juntos y él sabe que si la madre de Forest no le hubiese obligado a ir al colegio nunca hubiese sido nada en la vida, no tanto por los conocimientos que aprendió como por el carácter que se le forjó.

Esto es aplicable también a los adultos, cuando deseamos algo en la vida no podemos dejarlo marchar por un dolor de barriga, por un “no puedo”, o por un “uf, el esfuerzo es demasiado grande”.

Hay ocasiones en que sabemos que nuestra felicidad depende de dejar a una pareja que nos está haciendo daño, sabemos que sino lo hacemos seguiremos sufriendo, o dejar un trabajo, o una amistad, o una adicción, o un hábito. Hay mil cosas que nos puede perjudicar en nuestro día a día y somos conscientes de ello, pero el beneficio que nos reporta a corto plazo es mas estimulante para nosotr@s que el dolor que sabemos que nos reportará a largo. Nos centramos en ese beneficio aparente, de nos estar sol@s, de tener un sueldo a final de mes, de sentirnos segur@s, aún sabiendo que es una seguridad engañosa…

Hoy mi hijo se ha ido llorando al colegio, me debería sentir una mala madre, pero creo que le estoy educando para ser fuerte en la vida, le estoy haciendo saber que no siempre el camino correcto es el fácil, que esta vida no está hecha para los que se rinden o claudican con los primeros vientos en contra.

¿Has leído o escuchado la historia de los tres montañeros ingleses que murieron a tres kilómetros del refugio? Cuatro montañeros estaban en la montaña cuando les sorprendió una ventisca, tres de ellos decidieron pasar la noche allí en la intemperie pues las condiciones estaban en contra de ellos, las condiciones fueron extremas de unos 20 grados bajo cero y murieron allí. El cuarto no quiso rendirse así que en lugar de quedarse, se enfrentó a los elementos y a lo que seguramente era peor, a sus temores interiores y siguió andando hasta llegar al refugio más próximo, ¡estaba a tan solo 3 kilómetros de distancia! Los 3 alpinistas estaban ya muy cerca de encontrar su salvación pero se dejaron llevar por su propia debilidad y lo pagaron con la vida.

Este es un caso extremo, lo sé pero es muy significativo de cómo a veces nos rendimos por no hacer el esfuerzo necesario y nos perdemos una gran recompensa; los alpinistas perdieron la vida, pero tal vez nosotr@s podemos perdernos Vivir nuestr@ vida, disfrutarla, eso es como morir estando vivos.

Así Carlos, si hoy te he mandado al colegio es para que entiendas que hay que esforzarse y que solo conseguirás ser feliz y Vivir si te forjas un carácter fuerte.

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