lunes, 17 de diciembre de 2007

Soledad en el campo y soledad en la ciudad

¡Qué diferente es la soledad del campo a la soledad de la ciudad! La del campo invita al recogimiento, a la mirada interior, al auto-mimo. La de la ciudad es triste, es más soledad. ¡Qué diferente es recorrer u parque o un bosque con la única compañía de los árboles y los pájaros a andar por una calle abarrotada de gente en la que cada persona va a lo suyo! Ayer por la mañana estaba sola en Madrid y me fui a un centro comercial a hacer unas compras de Navidad y allí pude sentir la brutal soledad de estar entre miles de seres humanos y no comunicarme con ninguno. Conforme la humanidad avanza vivimos más cerca, físicamente, los unos de los otros. Nos buscamos, vivimos en ciudades abarrotadas, en edificios que parecen enjambres, vamos al cine, al centro comercial, conducimos por las mismas calles, ... todo ello a horas parecidas, lo que crea el encuentro continuo de personas en diferentes situaciones. Y aún así, a pesar de esta cercanía aparente, cada día nos alejamos más interiormente. Yo no deseo la soledad de la ciudad, es dura y desgarradora, llega, en ocasiones, hasta ser inhumana. Prefiero la soledad del campo, de la naturaleza, pues los árboles me acompañan, puedo sentir que su espíritu si que este unido al mío, no hay división. Hay Unidad, que es lo que necesita sentir el alma para estar reconfortada.

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