
Tal vez Dios nos dotó a los Seres Humanos de humor para que nos riésemos de nosotros mismos y para que nos tomásemos las cosas más en broma. Tal vez, a Dios le gustaría que fuésemos capaces de sentirnos los actores de una obra de teatro y así poder desterrar el drama de nuestras vidas... o tal vez, en lugar de tenerlo que desterrar, para que nunca fuese creado.
Al parecer, Dios no consiguió lo que deseaba y la humanidad vive inmensa en un profundo drama del cual, aparentemente, es muy difícil salir.
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