lunes, 18 de diciembre de 2006

En busca de la Unidad... física por el momento

El sábado pasado a eso de las 9 de la noche me encontraba yo en la Puerta del Sol, yo y miles de personas más. ¡Me impresionó muchísimo las riadas de gentes que se veían por todas las calles que desembocan a esta castiza plaza madrileña! Realmente no se podía casa andar. Íbamos unos pegados a los otros, como formando un bloque… “una Unidad”.
Aunque no era una unidad real, la unidad era más bien “ficticia” pues si bien había un acercamiento físico muy importante, se palpaba un alejamiento espiritual igual de grande. Este alejamiento se mezclaba con desconfianza y con la defensa del propio espacio personal.
En la historia de la humanidad nunca los seres humanos se han buscado tanto, nunca han vivido en poblaciones tan grandes y… nunca el alejamiento ha sido tan enorme.
¿Por qué nos apiñamos en ciudades y luego no hablamos ni con el vecino? Hay quien me dirá que por el trabajo, por la libertad que da una ciudad grande, por las oportunidades a todos los niveles… si estas son algunas razones.
Mi opinión al respecto es que las personas necesitamos los unos de los otros y que como cada vez nos alejamos más nos vamos buscando en los centros comerciales y en las calles “artificialmente” iluminadas buscando sentir la sensación de que somos parte de los demás y que ell@s son parte de nosotr@s. De esta forma creamos un “holograma” de lo que nuestro espíritu desea; la unidad con los demás seres humanos, tanto a nivel físico como psíquico, es decir, del alma.
Y al final yo me pregunto ¿no es más triste la soledad estando acompañad@ que la soledad estando sol@? ¿Nos es realmente una pena estar al lado de una persona y sentirse en soledad?
Pues esto me pasó a mi el sábado que veía mucha gente a mi alrededor y sentía la soledad y la desconfianza individual. ¿Esto es el progreso? No puedo imaginar a los primeros pobladores del planeta pasando unos al lado de otros con la indeferencia que lo hacemos hoy en día. Sin ver, sin reconocer el Ser que está a tu lado. ¡Qué tristeza! ¡Y que maravilla que, aunque de una forma inconsciente, nos hayamos empezado a buscar! Cuando lo hagamos con conciencia sabremos reconocer al Ser que pasa a nuestro lado y este será el principio de una nueva forma de relacionarnos.

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