martes, 8 de diciembre de 2009

Malas sensaciones



Este fin de semana he tenido la oportunidad de participar en un juego de Printball. Si no lo conoces consiste en dispararse bolas que en su interior tienen pintura con pistolas.

La de la imagen soy yo antes de la partida.
Ya el vestirme así me dio una mala sensación; cubrir mi cuerpo y mi cara para que el "enemigo" no me pueda hacer daño. Porque ¡claro! en este juego quien no es amigo es enemigo, no hay término medio.
Coger una pistola con la intención de derribar al de enfrente "otra mala sensación" UFF!
Cuando empezó el juego, éramos dos equipos de tres personas cada uno, realmente no quería participar, no me gustaba aquello que estaba viviendo. Seguí jugando pues deseaba vivir la experiencia hasta el final.
Mis dos compañeros y yo decidimos la estrategia a seguir, mi misión era rodear la nave donde se encontraban nuestros enemigos y sorprenderles por la parte de atrás. Cuando llegué allí mi compañera había sido cogida prisionera y pode rescatarla.
El juego siguió y de repente me encontré frente a dos adversarios, ¡era su vida o la mía! Así pues ataqué como pude y me defendí al mismo tiempo hasta que una bala me dio en la mano y otra en el pecho. Fui honesta y me retiré del juego, pues estaba "tocada de muerte"
Cuando iba de retirada oí tiros dentro de una nave, un compañero estaba siendo abatido por el peso pesado del otro equipo. No me lo pensé, bueno me dije a mi misma ¡Si yo creo en la reencarnación puedo aprovechar esta creencia para seguir en el juego! y entré en la nave. Al entrar se produjo un intenso tiroteo ente la persona que allí había y yo. Realmente duró hasta que se nos acabaron las balas (cada uno llevábamos al principio 250 balas) En esos momentos no pensaba si yo era buena mala o si eso estaba bien o mal, solo pensaba en destruir al enemigo. ¡Realmente lo sentía como mi enemigo, cuando en realidad era uno de mis hermanos!
Fueron unos 30 minutos de juego y quedé totalmente cansada y saturada y con una horrible sensación de haber transcendido los límites de mi conciencia.
No voy a entrar en cuestiones morales, solo decir que las sensaciones que me produjeron este juego fueron de malestar, de ansiedad, de querer terminar y por último de olvidarme de estas sensaciones y de mi misma y ser parte del combate, sin más, no Elvira, sino una pieza de la batalla que allí se estaba librando.
No creo que nunca vuelva a participar en un juego de este tipo, quería experimentarlo y lo he hecho y ha confirmado lo mal que me siento participando.
Cuando acabé y me senté tardé mucho en despojarme de la adrenalina y de la ansiedad que me dejó

2 comentarios:

  1. el sitio de mi recreo8:45 p. m.

    Por desgracia la propia vida es una batalla constante que en vez de usar balas de pintura usamos: el egoísmo, mentiras, reproches…

    ResponderEliminar
  2. Anónimo12:53 p. m.

    La vida es una lucha, y solo superviven los que saben adaptarse mejor.

    Js

    ResponderEliminar