viernes, 13 de noviembre de 2009

Un cuento



"Un gran santo budista solía andar cubierto únicamente por un taparrabos. Vivía siempre de forma austera y muy pobre. Y, aunque parezca absurdo, llevaba siempre consigo un pequeño plato de oro que le había regalado el rey, el cual había sido su discípulo. Lo llevaba como recuerdo, pero su corazón no era esclavo de ese pedazo de oro.
Una noche, estaba a punto de acostarse para dormir entre las ruinas de un antiguo monasterio, cuando observó la presencia de un ladrón escondido detrás de las columnas, esperando al acecho. "Ven aquí y toma esto- dijo el santo budista, mientras le ofrecía el plato de oro- Llévatelo, así no me molestarás una vez que me haya dormido y podré gozar de ese rato de paz que es el descanso".
El ladrón agarró con ansia el plato y salió zumbando. Y el santo se durmió.
Pero a la mañana siguiente, el ladrón regresó con el plato... y una petición:
"Cuando anoche te desprendiste con tanta facilidad de este plato pensé que me hacías inmensamente rico y feliz. Ahora quiero que me enseñes esa riqueza interior que te hace tan desprendido y te otorga tanta paz"

3 comentarios:

  1. Anónimo6:51 p. m.

    Muy bonito el cuento, me ha encantado.
    Gracias.

    PP

    ResponderEliminar
  2. Anónimo6:55 p. m.

    Cuanta sabiduria nos trasmiten los cuentos,las historias. Aún recuerdo a mi abuelito contandonos historias al rededor del fuego, alla por los 70.
    !Que tiempos!

    Andrea

    ResponderEliminar
  3. Anónimo7:33 p. m.

    No me lo creo,pero me ha encantado.

    TT

    ResponderEliminar