miércoles, 7 de noviembre de 2007

Los sueños, los niños, los adultos y el tiempo.

La vida a veces nos conduce por caminos insospechados. En el momento que estamos en ellos no los comprendemos, carecen de sentido, incluso nos parecen injustos. Solo cuando el tiempo pasa comprendemos que eran un paso necesario para el fluir de la vida, para que aprendamos algo necesario para que se haga realidad nuestros deseos en el futuro. Esta mañana pensando en esto he comprendido que los niños sueñan y creen que sus sueños se harán realidad y que los adultos, en general, dejan de soñar y de pensar que es posible que se realice su sueño. Uno de los principales factores de este cambio es que en los adultos aparece el factor tiempo, la impaciencia. Los niños no conocen el sentido del tiempo y viven un eterno presente. Al crecer el factor tiempo se vuelve muy importante y ¿cuántas personas dejan de creer en sus sueños al no tener las cosas rápidas? ¿Qué pasaría si nos volviésemos niños y diésemos a la vida el tiempo necesario para concedernos nuestros deseos? Estas reflexiones las hago hoy que empiezo a trabajar en Albacete, un destino que está muy alejado del de mis sueños. O tal vez sea una parada necesaria para lograrlos, y aún más, para disfrutarlos y valorarlos cuando hayan llegado.

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