sábado, 21 de julio de 2007

Mi viaje a Egipto


Hace ya casi veinte días que no escribo nada. Esto es debido a que en mi vida, y en mi alma, se están produciendo miles de cambios y a que he estado en Egipto. El viaje que he realizado a este país ha sido fuera de los circuitos turísticos, he tenido la inmensa suerte de conocer el Egipto “de verdad”, el de los egipcios. Y me ha impresionado bastante. En muchas cosas somos muy parecidos, en el amor a la familia, en los horarios tardíos, en lo social… y en otras cosas estamos a millones de años luz como en el desarrollo y libertad de la mujer. Lo que más me ha impresionado son las miles de mujeres que aceptan la falta de libertad en el vestir y en el actuar. La foto es de una playa del Mar Rojo en la que se puede ver como un matrimonio musulmán juega a la pelota con su hija. La esposa va vestida con un niqab, que le cubre completamente el cuerpo y el rostro y con unos guantes negros para no dejar ver las manos. Te puedo asegurar que me impresionó sobremanera ver a estas mujeres bañándose en el mar, jugando con sus hijos y comportándose de una manera “normal” a pesar de estar en el mar a más de 30 grados centígrados. Otra cosa que sobrecogió fue el verlas comer, subían sus velos de la cara y con una gran dificultad llevaban los alimentos a la boca. Detrás de estos velos yo podía percibir a la mujer que estaba tras ellos, unas jóvenes y con desparpajo al andar, otras mayores y algo cansadas. Con una de ella hablé un par de palabras y sus ojos me transmitieron juventud y ganas de vivir. Me hubiese encantado preguntarle como se sentía, como se vivía la vida debajo de estos velos negros. No lo hice por respeto a ella y por temor a ofenderla con mis preguntas. Una de ellas tenía tres hijos pequeños y yo me preguntaba ¿qué podrían sentir esos niños viendo a su madre de aquella forma? También me fijé en los maridos, ¿cómo un hombre puede sentirse bien viendo a su mujer con las libertades tan coartadas? En general los maridos a los que observé estaban muy pendientes de ellas, mirándolas en todo momento y atentos a sus necesidades. Yo que siempre me he sentido una mujer libre con respecto a mi entorno a mi sociedad, que yo es por si muy libre, allí me he dado cuenta de las cotas tan altas que tengo de libertad, de la suerte de haber nacido en una sociedad como la española y con un espíritu tan infinitamente libre. Egipto me ha enamorado y cautivado. Mi viaje ha sido un viaje para mis sentidos, un viaje en el que he pasado del asombro a la pena pasando por la felicidad más intensa. Sabía que en este país me esperaba algo y así ha sido, he vuelto renovada. Me siento plena e infinita.

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