miércoles, 20 de marzo de 2013

Enciende una luz interna

Al atardecer, cuando el sol empieza a brillar con menos intensidad y la luz se va haciendo más y más tenue, me gusta encender unas velas. Para mi es un viejo y maravilloso ritual, una a una las voy encendiendo poniendo, al hacerlo, una intención.

En la primera vela pido por mi hija Elvira, en la segunda por mi hijo Carlos, luego enciendo otras por mi familia, mis amigos y por alguna persona que sepa que lo está pasando mal,  al final pido luz para el mundo. ¡Eso si! sin olvidarme de pedir para mi, sin olvidarme de poner mis intenciones sobre lo que quiero para mí vida.

Las velas son un símbolo de cómo los seres humanos entramos en momentos de oscuridad de nuestras vidas, simbolizan que existe un camino de luz y que podemos encontrarlo para corregir esas partes oscuras, que no nos hacen felices.
Si somos conscientes de nuestros pensamientos, de nuestras emociones y de nuestros automatismos, podremos dejar atrás las circunstancias en las que estamos envuelt@s en estos momentos y que nos frenan nuestro avance y descubriremos un mundo nuevo y ¡además a nuestro alcance!
En muchas ocasiones  me pregunto: ¿qué estoy dejando de ver?, ¿qué es aquello que yo no estoy viendo?, ¿qué cosas que otras personas ven y aprovechan están en la oscuridad para mi?, ¿qué oportunidades estoy dejando pasar a causa de mi ceguera, de mi falta de luz?
¿No te parece que esto guarda una gran semejanza con la antigüedad, cuando se creía que la tierra era plana, que terminaba en el horizonte y que esa idea les limitaba su margen de acción? Un día y de repente vieron la luz y se dieron cuenta de que era redonda y esto abrió un mundo de posibilidades.
Lo mismo pasa con nosotr@s, pensamos que ciertas partes de nuestra vida acaba en un horizonte que nos hemos creado en nuestra mente y no nos damos cuenta de que más allá de el, hay continentes que descubrir, océanos, naturaleza y seres humanos todo...
Un mundo diferente y mágico nos está esperando más allá de nuestros límites internos. Sólo tenemos que desear dejarlos atrás, romper los patrones de pensamiento. Je, je, je :-) y digo “sólo” con una sonrisa, pues esto no es tan fácil de hacerlo como de decirlo, llevarlo a la práctica requiere de un gran compromiso personal. Lo primero es tomar conciencia, saber que lo que vemos y sentimos no la realidad sino es el resultado de lo que hemos vivido previamente. Cuando ya nos hemos reconocido que todo el Maremagnum que llevamos dentro no es la realidad, llega el momento de hacer el esfuerzo por cambiarlo, por desechar las orejeras internas que nos limitan y condicionan nuestra vida.
Yo en ocasiones, me doy un pequeño golpe en la cabeza y me digo: ¡Elvira que lo que estás pensando no es la realidad. Deja ese pensamiento que no te está beneficiando! A continuación añado con cariño: ¡enciende una luz en interna que te ilumine ese punto de oscuridad en el que te encuentras y que no te permite ver las infinitas oportunidades que existen a tu alrededor!

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