martes, 27 de noviembre de 2012

Benjamín Franklin, en su oasis también había agua


Pensando en mi entrada de ayer estuve hojeando la autobiografía de Benjamin Franklin, uno de los fundadores de los Estados Unidos, y en ella encontré el siguiente texto que reafirma que, desde siempre, han habido personas que han querido hacer ver a los demás que en su oasis no había agua, es este:
 “Como siempre hay aguafiestas que parecen gozar en augurar desgracias, no faltó el Filadelfia, quien hiciera también de pájaro de mal agüero. Su nombre era Samuel Mickle, a quien yo no conocía, un caballero maduro con cara de listo y muy pomposo en el hablar. Un día se presentó en la imprenta y preguntó si yo era el joven que había llegado hace poco para establecerme como impresor. Al decirle que sí, me declaró que lo sentía pero que aquella inversión sería muy ruinosa y que no la recuperaría, pues Filadelfia era un barco que se hundía donde todos estaban a punto de quebrar, aunque otra cosa pareciese al ver tantos edificios nuevos y tantas altas rentas, lo cual, a su juicio era engañoso y no valdría más que para acelerar nuestra ruina. Me hizo un relato tan detallado de desgracias actuales o por venir, que me dejó sumido en la mayor melancolía. De haberme topado con él antes, probablemente hubiese desistido de comenzar ese negocio. Aquel agorero continuó viviendo en un lugar tan funesto como aquél y haciendo las mismas profecías siniestras, negándose durante muchos años a comprar una casa allí, convencido de que todo terminaría destruido. “
Como sabemos a Benjamín le fue muy bien en su andadura profesional, obteniendo grandes éxitos y todo gracias a que no escuchó a quien le intentaba convencer de que no había un futuro para lo que estaba haciendo.
Fuente: Franklin, Benjamín: Autobiografía y otros escritos. Edición preparada por Luis López Guerra. (p. 145). Madrid, Editorial Nacional.

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