martes, 5 de octubre de 2010

Aquella noche... parte IV por Elvira SM

Nadia tenía una costumbre que llevaba a raja tabla, no hablar ni pensar de aquello que le preocupaba durante las últimas horas del día -la noche es mala consejera- se decía- Aún así aquella noche era diferente, aquella noche no podía darle la espalda al sentimiento que le oprimía el pecho.
Acababa de ser consciente de que en los últimos años había entrado en una espiral, en la que había un movimiento aparente, pues siempre era el mismo y lo enfrentaba desde la misma forma de pensar. ¡Así siempre obtenía los mismos resultados y, lo que era peor, esos resultados se iban sumando unos a otros para llevarle cada vez a una situación más y más estrecha, más y más profunda, donde la luz ya casi no llegaba.
Nadia comprendió esto y sintió un estremecimiento en todo su cuerpo, a la vez que un pinchazo en el corazón, sintió que su alma gritaba y que todo su cuerpo se encogía como queriendo hacerse más y más pequeño hasta desaparecer.
De repente se vio en medio de la Nada, una Nada que ella misma había creado para sí a través de sus decisiones. -¿Hay algo que la mente tema más que la nada, que el vacío?- se preguntó.
Se dejó llevar unos instantes por un intenso sentimiento de culpa, de victimismo, se recreó en su "mala suerte". Hasta que una voz en su interior le dijo:  -¡Basta ya!, ya has tenido tu momento ¡pobre de mi!, ya has alimentado a tu ego y te has dejado llevar hacia un lugar de abandono de tu responsabilidad. Ahora es el momento de empoderarte, de escuchar a tu interior y de empezar a construir.
Nadia pegó un salto de su cama, se puso en pie y empezó a sentir su cuerpo crecer, se acercó a un espejo y se miró directamente a los ojos, en ellos vio que no estaba en la Nada, que se tenía a ella misma, a su experiencia acumulada durante tantos y tantos años, a sus conocimientos, a su familia y amigos. 
El vacío era aparente, era lo que la mente le hacía creer. Y si además, realmente estaba en este vacío se encontraba en un Espacio de Infinitas posibilidades. - Cuando tenemos las manos llenas ya no podemos coger más cosas- pensó- Cuando las tenemos vacías estamos preparad@s para tomar aquello que deseemos.
La situación en la que se encontraba Nadia era la misma que unos minutos antes, lo que había cambiado era su manera de percibirlo, era la transmutación de una situación de crisis en una oportunidad. Era un renacer estando libre de ataduras. Era al fin y al cabo ¡la aventura de vivir la vida tomando elecciones conscientes desde el empoderamiento personal, desde la valía interior! Era una oportunidad de un nuevo comienzo ¿sería ella capaz de aprovechar semejante oportunidad?

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