Este blog está dedicado a todas aquellas mujeres que quieren conquistar su vida soñada. A aquellas mujeres que sienten que dentro de ellas hay un potencial que sacar a la luz, a aquellas que día a día se esfuerzan por superarse y no se conforman con lo que "les ha tocado vivir" sino que eligen la que quieren, y a aquellas que sienten que su vida ha de cambiar. Para ti quiero dar lo mejor de mi.
lunes, 29 de enero de 2007
Un viaje en ascensor
Este fin de semana subí en un ascensor antiguo de aquellos que se hacían de hierro forjado y vi en el un ejemplo clarísimo de cómo han cambiado las cosas, desde hace unos años hasta ahora. Pues el funcionamiento del mismo denota la evolución de la tecnología y la “involución del ser humano”. Me explico; La velocidad a la que se mueve, antes el ritmo era lento, pausado era como si el ascensor te invitase a “disfrutar del trayecto”. Ahora cuanto más velocidad mejor, el trayecto a dejado de ser importante, lo importante es llegar lo antes posible. El recorrido del ascensor ha dejado de ser valido en sí mismo para ser solo una forma de llegar al destino. Las puertas son trasparentes, es decir que puedes ver lo que hay afuera frente a los ascensores modernos en los que te enclaustras dentro y no ves más allá. La idea de que todo forma parte del todo parece desaparecer en la modernidad para dar paso al “yo”, no importa el entorno, lo que importa soy yo. Los ascensores antiguos no tienen memoria con lo que es necesaria la comunicación para saber al piso que van las personas que suben a el, para de esta forma dar primero al piso que más cerca esté. En los ascensores nuevos esta necesidad de comunicación desaparece porque tienen memoria y cada persona da al botón correspondiente. ¡Cuantas veces subimos o bajamos en el ascensor con otra s personas sin mediar palabra! Las puertas de los ascensores antiguos hay que abrirlas y cerrarlas y prestar atención a que queden bien cerradas pues sino no funciona, con lo que hay que estar muy presente al acceder para que puedas utilizarlo tu y muy conciente al dejarlo para que pueda llamarlo otra persona desde otro piso. En los ascensores modernos esta atención y esfuerzo no es necesario pues las puertas se abren y cierran solas. Tal vez esto haga entrar y salir de ellos, en ocasiones, de forma autómata. Todo nos indica las prisas con las que vivimos y la individualización a la que está llegando la sociedad. Tal vez seria terapéutico unos viajes en ascensores antiguos disfrutando del trayecto.
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