Últimamente estoy prestando especial interés al lenguaje, a lo que decimos y cómo lo decimos. Sobretodo estoy haciendo un constante ejercicio de estar consciente de lo que yo digo y cómo lo digo. Y la verdad es que estoy descubriendo grandes cosas. Estas son algunas de ellas:
* La gran cantidad de veces que doy explicaciones a los demás a modo de justificaciones, ¿Qué hay detrás de las explicaciones inconscientes que doy? Tal vez sea una falta de autoestima o una necesidad encubierta de ser querida y admitida por los demás.
* Todas las veces que hablo en tercera persona refiriéndome a mi misma. ¿Por qué en estas ocasiones no me implico con lo que estoy diciendo? Es como si hablando en tercera persona no fuese yo la responsable de lo que digo.
* Todos los términos bélicos y negativos que utilizo para describir aspectos de mi vida. Como “estoy al pie del cañón” “luchando día a día”, “voy tirando”, “tengo varios frentes abiertos”, “estoy venciendo esto”… Y así y un montón de frases que cuando las digo o pienso convierten a mi vida en una guerra en la que se gana o se pierde, en la que hay aliados y enemigos, en la que hay división, enfrentamiento. Una vida que en lugar de vivirla se batalla. Gracias a Dios este aspecto ya lo tengo bastante pulido y poco a poco voy eliminando de mi vocabulario estos términos.
* Las veces que hablo de mi como una victima de la vida. ¿Qué hay detrás de esta actitud? Tal vez, una ves mas, el no reconocer la responsabilidad de la propia vida.
* El famoso uso del “pero”, en PNL se dice que la palabra pero es el borrador universal, es decir, que cuando lo utilizas todo lo que has dicho con anterioridad lo borras. Un ejemplo; te quiero mucho, eres maravilloso, mi media naranja… pero hoy no me apetece quedar contigo. Sobran explicaciones.
* La utilización de “los debería” y los “tengo que”, si quiero hacer algo ¿por qué cambio el quiero hacerlo por tengo que hacerlo? La utilización de estos dos verbos me quitan energía y me hacen poner en duda lo que quiero para mi vida. Si digo “tengo que trabajar” estoy mandando al cerebro una idea de que el trabajo es una obligación y no una devoción, así lo que hago es vivir mi vida con una sensación continua de obligación y esto es la contrario de disfrutarla.
* Cuando digo “creo que” “pienso que” me dejo de comprometer con lo que digo y es otra forma de poner en duda lo que estoy expresando, restándole fuerza y como consecuencia restándome fuerza a mi misma. (De esta última fui consciente en el curso de Raquel Torrent)
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