Hoy tengo una respuesta, que hoy por hoy me convence y me hace volver a sentirme optimista con lo que somos.
Creo que la esencia de todos los humanos es el Ser y este es indiscutiblemente bueno, lo que me lleva a pensar que los humanos somos por naturaleza buenos. Cuando nacemos estamos conectados a nuestro Ser, y la bondad intrínseca de este prevalece, tal vez sea esta la razón por la que los bebés dan tanta paz, por lo que gusta tanto tenerlos en brazos, por las sensaciones que nos transmiten. Esas sensaciones no son otras que las que vamos perdiendo a medida que vamos creciendo y vamos olvidando nuestra esencia y nos quedamos solamente con los aspectos humanos de
Al descohesionarnos de la esencia surgen los miedos, la ira, el resentimiento, el odio, el rencor, el apego, la envidia y tantas otras cosas que nos hacen sufrir y sentir malestar interior el cual es el causante de hagamos mal a los demás.
Si una persona se siente bien consigo misma procura hacer el bien a los demás, pero cuando una persona tiene en su interior sentimientos negativos eso es lo que proporcionará al exterior.
Lo que “pensamos que somos” es lo que proyectamos hacia fuera.
Así pues estoy convencida, a día de hoy, que el mal no es algo natural en en ser humano sino algo “antinatural”, “antinatura”, pues va contra la verdadera naturaleza humana; su esencia.
Creo que el camino para erradicar el mal del mundo es la concienciación de lo que somos, la vuelta a casa. Es tan sencillo, y tan difícil, como que cada un@ de nosotr@s vuelva su mirada hacia su corazón, se libere de sus ideas mentales y se sienta parte de una esencia común con los demás seres humanos.
Cada un@ de nosotr@s somos lo mismo, si vemos diferencias es que solo estamos utilizando los sentidos y estamos alejándonos del Ser.
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