Uno de mis objetivos para este año es el de vivir una vida terrenal desde la espiritualidad. Me explico, esto es algo a lo que yo le doy muchas vueltas. Yo medito, leo textos con clara tendencia espiritual y siempre que puedo me meto en conversaciones filosóficas sobre el amor, la vida, el ser y estas cosas. Esa es una parte mía, la otra es una mujer de su tiempo que le gusta vivir bien, ir a buenos restaurantes, vestir a la moda, en definitiva seguir los cánones de una vida terrenal. Ambas cosas están en mi, ambas forman parte de mi ser. Llevaba mucho tiempo pensando que esto no podía ser que lo que me pasaba era que tenía una parte frívola demasiado desarrollada. Hasta que un día descubrí a Deepack Chopra y empecé a leerlo, como sabéis l@s que me seguís, incluso me fui a San Diego a un seminario suyo.
Ahora comprendo que se puede vivir una vida con bienestar desde la espiritualidad. Ahora comprendo que el concepto de pobreza unido a Dios nos lo ha hecho creer la iglesia, porque es lo que le interesaba hacernos creer. Cuanto más pobres nosotros, más ricos ellos. Solo hay que ver el Vaticano, las catedrales, las diócesis y un largo etcétera. Así hemos crecido “educastrados”, este termino es original de Jorge Bucal, lo que significa que a través de la educación se nos ha castrado nuestra libertad y algo muy importante nuestra capacidad de creer que merecemos las cosas buenas de la vida.
TOD@S, así con mayúsculas, merecemos lo mejor de lo mejor, lo que pasa es que, en muchas ocasiones, en nuestra niñez nos hicieron creer lo contrario y crecemos pensando que las cosas buenas no están aquí para nosotr@s. Esto es totalmente erróneo. Las cosas buenas de la vida están para que las disfrutemos y solo hay un secreto para conseguirlas; ¡creer de verdad que nos las merecemos!
No es incompatible ser espiritual y conducir un Mercedes, lo que es incompatible es conseguir un Mercedes a través de obrar mal y querer vivir en la espiritualidad.
El espíritu es algo que está dentro de nosotr@s y estar conectad@s a el no depende de nuestras circunstancias exteriores sino de cómo las vivamos en muestro interior.
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