El párroco y la providencia
Érase una vez un pequeño pueblo ubicado muy cerca de una gran presa en el que vivía un párroco que era muy creyente de Dios. Un domingo temprano se encontraba este párroco escribiendo su sermón para la misa de las doce y en el hablaba de la providencia y de cómo Dios nos salva de todo aquello que nos puede dañar. En estos menesteres se encontraba cuando oyó un gran estruendo, seguido por gritos y alarmas. En ese instante llamaron a su puerta al abrir se encontró que la calle estaba inundada de agua. Los que habían llamado eran unos vecinos del pueblo que venían en una pequeña barca a por él – “Suba corriendo a la barca, el pueblo entero quedará inundado en un momento”- le gritaron desesperados desde la pequeña embarcación. – No necesito subir para salvarme, confío en la providencia, ella me salvará. El párroco se puso a rezar y como el agua empezó a inundar el piso bajo se subió a la primera planta, se asomó a una ventana y vio pasar una barca de salvamento, desde dentro de la misma le gritaron que se subiera para salvar la vida pues pronto el agua llegaría también a este nivel. El párroco tuvo la misma respuesta de antes: – No necesito subir para salvarme, confío en la providencia, ella me salvará. El agua siguió subiendo de nivel y el párroco se subió al campanario de la iglesia, por allí pasó un helicóptero, cuando le indicaron al párroco que lo iban a salvar su respuesta fue la misma que en las dos ocasiones anteriores: – No necesito subir para salvarme, confío en la providencia, ella me salvará. El caso fue que el agua subió de nivel y el párroco murió ahogado. Llegó al cielo y se presentó ante Dios muy enfadado y le dijo; “yo confiaba en ti, en que me salvarías y me decepcionaste”. Dios le miró a los ojos y le contestó con una sonrisa llena de amor: “Yo te mandé muchas oportunidades para que te salvaras; la barca de tus vecinos, la barca de salvamento, el helicóptero, fuiste tu quien no quisiste aprovechar ninguna de ellas” ¿Cuántas veces en la vida tenemos oportunidades para conseguir aquello que queremos y ni siquiera las vemos por que no se adaptan justamente a lo que nosotros queremos, o a como lo hemos concebido?
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