Realmente me impresionó, como una sola persona puede ser capaz de imaginar y de construir algo tan grandioso. El trabajo que hay allí realizado. Las horas y horas de esfuerzo en soledad, para ir construyendo un sueño, día a día, ladrillo a ladrillo.
Yo pensé que no sería capaz de una obra así, por supuesto porque no sabría ni como comenzar. Pero por lo que no sería capaz es porque soy muy impaciente y me gusta ver que las cosas llegan a su fin. Tal vez sea esa la lección mas grande que yo aprendí ayer; que lo importante es el camino, el disfrutar el proceso, el realizar la tarea que te has propuesto. Si Don Justo estuviese centrado en terminar su catedral seguro que se habría ya desanimado y la habría dejado. En la forma de construir se puede ver que su atención no está en verla acabada, pues todo lo tiene a medio, no va rematando una zona, sino que todas van a la vez.
Creo que de él podemos aprender muchas cosas, yo la que necesito aprender es la de dejarme fluir, olvidarme de los resultados y disfrutar del camino. Esta es una idea muy repetida pero que he de integrar en mí, hacerla mía y llevarla a la práctica.
Te invito a visitar a Don Justo y su catedral, para mi ha habido un aprendizaje, pero hay muchos que se pueden sacar. Tal vez tu también aprendas algo. Lo que es casi seguro que indiferente no te dejará esta gran obra.
Al finalizar la visita le pregunté a mi hijo que qué había a aprendido su respuesta fue: “mamá he aprendido que si quieres puedes”. Yo me quedo con esas palabras, habrán obstáculos, habrán retrocesos pero si de verdad quieres al final podrás hacerlo, siempre y cuando respetes los tiempos con los que el universo juega y los que no podemos controlar, así que la solución es aceptar y dejarse fluir.
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