Los seres humanos con los que interactuamos en nuestro día a día son mucho más de lo que nos muestran. Detrás de la careta social que muestran, y mostramos, se encuentra una persona con sueños, miedos, expectativas, experiencias, anhelos…
Cuando estoy con alguien realmente no puedo llegar a saber lo que su corazón y su mente esconde.
Yo hasta hace poco no era consciente de cómo mi niñez me influía en mis relaciones del presente. Hoy en día me doy cuenta de cómo actúo, de cómo pienso y el porqué de todo esto. Aunque he de confesar que el hacerlo consciente es un paso importante aunque no el único. Ahora he de trabajar en ello.
Esto lo podemos aplicar en todas las relaciones humanas; cuando dos personas hablan no solamente habla de tu a tu, de lo que se ve a lo que se ve. En esta conversación influye el pasado, el presente y el futuro, los sueños rotos, y los sueños por cumplir… y sobretodo influye el amor que cada una de estas personas hayan recibido o dejado de recibir en sus vidas. Si a todo esto le sumamos los egos entonces el cóctel está servido.
Cuando veo a personas discutiendo siento como los factores que discuten son los egos, las miserias, los miedos, las frustraciones, la falta de amor. Son cosas internas, el contrincante es sólo una forma de materializar todo esto para de alguna forma, poder descargarse.
Por todo esto, cuando más profunda sea la comunicación, cuando más se transciende la mente y más se llega al alma la comunicación se hace más sincera y más fácil. Esta es la forma de que se produzca una comunicación eficiente.
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