Si miro hacia el frente o hacia abajo mi ojos encuentran aquello que nos separa a los seres humanos; las diferencias. Encuentro limitación y mortalidad… Encuentro la tierra dividida por fronteras, vallas, delimitaciones, señales de prohibido entrar… Encuentro las diferencias materiales entre unos y otros como las casas, los coches, las posesiones, la vestimenta… Encuentro las diferencias exteriores a la persona como la raza, el color de la tez, de los ojos, la altura, la belleza externa… Y encuentro las diferencias interiores como la nacionalidad, el idioma, la cultura, la religión, la evolución espiritual…
Todo esto encuentro cuando mi mirada la proyecto al frente, cuando veo con los ojos “humanos”, cuando no percibo más que aquello que se ve a simple vista. Por supuesto que con esta “mirada humana” también percibo las similitudes, aquellos que son iguales a mi, en raza, cultura, educación, situación… y me identifico con ellos pues me sirven de espejo de mi misma con lo cual puedo reafirmarme.
Como todo en esta vida es Ying y Yang el universo a puesto a mi disposición otro tipo de mirada, “la mirada del Ser”. Para realizarla solo he
Desde este punto de vista los humanos podemos mirar desde lo humano o desde el Ser, una mirada separa, la otra nos une.
Y, una vez más es curiosa la metáfora, a la tierra la luz le llega desde el cielo, desde lo infinito. El universo nos dice con esto que solo podremos comprender lo humano, solo podremos aportarle luz, cuando dejemos que el Ser nos ilumine. La tierra estaría muerta sin la luz del sol, así como un cuerpo humano no tiene vida sin su Ser.
Hoy te invito a mirar hacia arriba, hacia el infinito, hacia la luz, hacia el potencial ilimitado que llevas dentro. Y a permitir que toda luz de tu Ser te ilumine en tu eterno ahora.
Tal vez de esta reflexión venga el termino “estar iluminado”, de permitir al Ser expandirse totalmente y sin barreras por la parte humana del cuerpo. Así como el sol penetra en la tierra.
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