jueves, 29 de noviembre de 2012

El desierto y la fe

Como conté en su día en este blog, en julio de 2008 estuve unos días a Jordania y viví momentos maravillosos que nunca podré olvidar, uno de ellos fueron las 24 horas que pasé en el desierto de Wadi Rum, al sur del país.
El desierto me llegó al corazón, sin exagerar puedo decir que me sentía como si yo perteneciese a aquel hábitat. El tiempo parece dejar de existir tal y como lo conocemos en la ciudad, más bien diría que el concepto de tiempo se sustituye por el devenir de sensaciones y que es el cambio de luz lo marca el ritmo de las acciones.
Cuando por la mañana iba sobre un camello paseando, escuchando la nada y dejándome acunar por su movimiento, vinieron a mi una palabras que me han acompañado desde entonces: “La fe es confianza más paciencia más aceptación”
Al hablar de fe me refiero a creer que las cosas llegarán, a apoderarse de la sensación que hay dentro de cada un@ de nosotr@s que nos dice que no nos rindamos que tarde o temprano llegará aquello que tanto deseamos. Para que esta fe sea nuestra amiga e impulsora ha de estar compuesta, sobretodo, de:
Confianza, confianza en nosotr@s y en la vida, sabernos capaces, valios@s y que sabremos ir afrontando en cada momento los obstáculos que la vida nos vaya poniendo.
Paciencia, para dar los pasos necesarios y hacer lo que hay que hacer sin saltarse nada. La vida tiene sus propios ritmos y hay que moverse en ellos. Hace tiempo escribí en mi blog que la verdadera paciencia se basa en disfrutar el momento como valioso en sí mismo, no como una espera o antesala de algo que está por venir. Por ejemplo, si voy a tener un encuentro importante con una persona y me siento impaciente es porque mi atención está en la cita y ha dejado de interesarme lo que estoy viviendo, es un tiempo que no valoro, así se convierte en un tiempo perdido en mi vida y surge la impaciencia.
En cambio si valoramos todos los momentos y ninguno de ellos se convierte en la antesala de otros, entonces la impaciencia desaparece, el concepto en sí ya no tiene sentido.
La tercera tiene que ver con la fe, es la aceptación, cuando asumimos que lo que estamos vivenciando, no guste o no es lo que ES y que en ese momento no podemos cambiarlo, entonces lo aceptamos y dejamos de negar nuestro presente, al hacerlo abrimos posibilidades para cambiar las cosas en el futuro. Si no quiero ver lo que pasa, no puedo trabajar sobre ello para cambiarlo.
Todo esto , y más, me enseñó el desierto. Siempre llevo dentro de mi el recuerdo de la maravillosa sensación de fe que allí encontré. Han pasado cuatro años y el recuerdo sigue estando fuertemente presente en mi.

martes, 27 de noviembre de 2012

Benjamín Franklin, en su oasis también había agua


Pensando en mi entrada de ayer estuve hojeando la autobiografía de Benjamin Franklin, uno de los fundadores de los Estados Unidos, y en ella encontré el siguiente texto que reafirma que, desde siempre, han habido personas que han querido hacer ver a los demás que en su oasis no había agua, es este:
 “Como siempre hay aguafiestas que parecen gozar en augurar desgracias, no faltó el Filadelfia, quien hiciera también de pájaro de mal agüero. Su nombre era Samuel Mickle, a quien yo no conocía, un caballero maduro con cara de listo y muy pomposo en el hablar. Un día se presentó en la imprenta y preguntó si yo era el joven que había llegado hace poco para establecerme como impresor. Al decirle que sí, me declaró que lo sentía pero que aquella inversión sería muy ruinosa y que no la recuperaría, pues Filadelfia era un barco que se hundía donde todos estaban a punto de quebrar, aunque otra cosa pareciese al ver tantos edificios nuevos y tantas altas rentas, lo cual, a su juicio era engañoso y no valdría más que para acelerar nuestra ruina. Me hizo un relato tan detallado de desgracias actuales o por venir, que me dejó sumido en la mayor melancolía. De haberme topado con él antes, probablemente hubiese desistido de comenzar ese negocio. Aquel agorero continuó viviendo en un lugar tan funesto como aquél y haciendo las mismas profecías siniestras, negándose durante muchos años a comprar una casa allí, convencido de que todo terminaría destruido. “
Como sabemos a Benjamín le fue muy bien en su andadura profesional, obteniendo grandes éxitos y todo gracias a que no escuchó a quien le intentaba convencer de que no había un futuro para lo que estaba haciendo.
Fuente: Franklin, Benjamín: Autobiografía y otros escritos. Edición preparada por Luis López Guerra. (p. 145). Madrid, Editorial Nacional.

lunes, 26 de noviembre de 2012

¡Mi oasis Si tiene agua!


Soy una emprendedora en momentos de crisis y, en ocasiones, más difícil que superar las circunstanciasadversas es sobreponerme a los comentarios de algunas personas. Personas que con muy buena intención me dicen: “en España no hay nada que hacer, es muy difícil que lo logres, solo vas a perder el tiempo y el dinero…” y mensajes de este tipo.
Un ejemplo de esto es lo que me ha sucedido este fin de semana; estaba con una persona muy cercana a mi y le contaba sobre los proyectos que tengo en marcha. A modo de metáfora, de dije que después de una larga travesía por el desierto en la que, en ocasiones, lo más prudente parecía abandonar,  vislumbraba un maravilloso oasis, que ya veía la palmeras y que sabía que allí me aguardaba un remanso de paz… Imagínate estaba yo metida en el relato del camino hacia mi sueño, aderezado con mi vena poética. Realmente estaba vivenciado mi llegada, ¡al fin!, a mi destino…. De repente la voz tajante de esta persona me sacó de mi relato diciéndome ¡Pues seguro que en ese oasis no hay agua!… y ¡ya está! se quedó tan tranquila. No era consciente de que en un momento había cambiado una imagen que me daba la motivación para seguir a una en la que ya no había nada, sólo sequedad, sequedad de sueños, de ilusión, de felicidad.
Gracias a que conozco la PNL y soy consciente del poder de las palabras, enseguida quité la imagen que me había transmitido de mi oasis sin agua e imaginé una fuente con un potente caudal, para mi el agua representa los sueños cumplidos y la abundancia.
Si no hubiese cambiado rápidamente esta imagen mi motivación podría haberse visto afectada a nivel inconsciente.
Las palabras tienen una gran fuerza y magia, y hemos de estar muy alertas a los mensajes que nos envían los demás. Es fundamental discernir entre las que nos impulsan o las que nos retienen. Es necesario aprender a no dejar entrar en nosotr@s mensajes limitantes, a decidir conscientemente qué vamos a escuchar. Hoy, más que nunca, en este ambiente tan pesimista en el que nos encontramos tomar esta actitud es más necesaria que nunca.
Además, sea como sea la situación del país, yo me aplico esto que aprendía hace mucho tiempo y que me parece una verdad colosal: “si lo intestas quizá, si no jamás”
Es imperativo tomar conciencia de qué escuchamos y a qué palabras damos crédito. Pregúntate y toma conciencia: ¿A quién escuchas?, ¿a qué palabras les otorgas crédito?, ¿qué resultado obtienes con ello?Empodérate, cree en ti y sal a la vida con todo tu poder interior ¡seguro que antes o después consigues tus sueños!
No dejes que nadie por sus miedos o pesimismo te transmita su imagen de tu oasis sin agua. Pues la vida, incluso en tiempos de crisis, está llena de maravillosos oasis esperando que valientes, como tu, que se atrevan a cruzar el desierto.